viernes, 17 de abril de 2020

Días contados

Días contados estos, de cómputo y de cuento. Días de cuentos y descuentos de quienes mueren, de quienes enferman o quienes renacen, de pasos en los pasillos y en las terrazas, de marcas sobre calendarios cada vez más desvaídos, de minutos que engrosan las horas como únicos testigos mudos e inexorables de nuestro confinamiento.

Días ajenos y propios que nos contamos y nos cuentan en las pantallas y en las ondas, en las mesas y en las camas, en videollamadas insólitas y acostumbradas. Días de ejercicio sedentario, de depresión y resiliencia, de grandezas y miserias, como siempre y como nunca, de verdades como puños y de mentiras homicidas.

Días de narrativas múltiples, de alarma sin armas, de antecedentes y consecuencias, de presentaciones recurrentes, de nudos en la garganta y de finales inconclusos que se debaten entre  el reproche y los aplausos.

Días lectivos sin lecciones en el desierto sin risas de las escuelas. Días en que las madres y los padres hacen de docentes y los docentes y las docentes hacemos de padres y de madres. Días de improvisación, días de espera en salas virtuales al alumnado que no aparecerá, que nunca aparecía, al que, quizás, tampoco esperamos lo suficiente cuando nos bastaban las caras y las manos.

Días planos en los que ahondar en lo que somos y lo que hacemos, lo que éramos y lo que hacíamos, en el porqué y en el para qué, en el con quién y en el para quién.

Días para aprender, en medio de la incertidumbre y la desolación, la única certeza de que no estaremos los mismos cuando pasen, la ilusión de que, por nuestro bien, no volvamos  a ser los mismos, los patéticos mantras de un antes y un después.

Días para contar a quienes vengan. Días que contarán para quienes estábamos.

(Publicado en el blog de educación de Valle de Elda)

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