El lema de la actual edición “Bibliotecas: leer, aprender, descubrir” constituye en sí mismo un propósito para unos espacios que abren sus puertas a la curiosidad y al aprendizaje, en fin, lugares de encuentro de todas y todos, lugares de descubrimiento de las y los demás pero también de nosotras y nosotros mismos.
Soy usuario de bibliotecas desde mi niñez, cuando me repantigaba en los pufs más cercanos a las estanterías de cómics con la intención de devorar álbumes y álbumes y demorarme lo mínimo posible en el cambio de uno por otro.
Todas las ciudades en las que he vivido durante algún tiempo están asociadas para mí a la existencia, la visita, el carné de una biblioteca. En las bibliotecas he fraguado amistades, he satisfecho dudas personales y escolares, he ejercitado mi imaginación entre volúmenes y estanterías, he investigado, me he provisto de lecturas semanales, a veces buscadas y a menudo inesperadas, halladas por casualidad en recorridos errabundos de cazador cazado.
He sido feliz en las bibliotecas y en ellas me he convertido en parte de lo que soy, una parte por la que he de estar agradecido.
Tener la oportunidad de enseñar y de comunicar el amor de por la lectura a mi alumnado es, hasta cierto punto, una consecuencia de estos lugares mágicos y cotidianos que hoy conmemoramos.
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