Hace unos días, algunos medios de
comunicación se hacían eco de que la primera persona de nuestro
país con sordoceguera, Javier García, tomaría parte en una
movilidad de Erasmus+ con destino a Londres.
Podéis acceder a la noticia en:
Se trata de una historia
conmovedora de superación de las discapacidades propias y de las
barreras que las rodean y las agravan en nuestro mundo. Solo
imaginémonos aprendiendo una lengua extranjera sin poder oír(nos) o
ver.
Al mismo tiempo que engrandece el esfuerzo personal, viene a
dignificar todo esfuerzo por parte de las instituciones con alguna
implicación educativa en favor de la inclusión.
La equidad y la inclusión, la
importancia de asegurar una igualdad de oportunidades a cualquier
persona que pueda participar en Erasmus+, constituyen principios
fundamentales del programa y, por consiguiente, una preocupación
para facilitar el acceso a quienes por diversos motivos
(discapacidad, obstáculos culturales, económicos, sociales,
geográficos), se sitúen desfavorablemente para una participación
plena.
En muchas ocasiones nos perdemos en otros aspectos del programa relativos por lo común a la mayor o menor dificultad de las solicitudes, la gestión o la rendición de cuentas de nuestras propuestas. Está bien ahondar desde el principio del curso en esta otra dimensión clave dentro de Erasmus+ sin la cual sería difícil incidir en la transformación y el enriquecimiento formativo y personal de muchas personas que tendemos a postergar
A través del siguiente enlace conoceréis algo más sobre ella (en inglés):
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