El
9 de mayo se celebra el Día de Europa en recuerdo de la Declaración
Schuman, ministro francés de asuntos exteriores, pionero en la
integración de los estados europeos allá por 1950 a través de un
tratado sobre el carbón y el acero entre dos países (y los que
quisieran adherirse) desangrados por una
guerra terrible y unos años atrás enemigos.
Llegamos
a este día en 2016 con un panorama muy diferente, muy crítico con
el papel que la Unión Europea está desarrollando en ámbitos como
la acogida, o no acogida, a los refugiados y refugiadas, la
insolidaridad entre sus propios miembros o el cuestionamiento sobre
lo democrático de futuras decisiones que comprometerán la vida de
la ciudadanía europea.
Las
calles y las redes se debaten entre la oportunidad o no de celebrar
algo en este día, desde luego, poco propicio para el festejo por parte de muchas
y muchos que dentro o fuera de las fronteras europeas padecen
injusticias y desigualdad.
Este
blog recoge frecuentemente iniciativas y experiencias de intercambio
y colaboración en el marco de programas europeos educativos que
suponen encuentro y crecimiento. En un día como este ojalá sepamos
poner en valor, también mediante ellos, valores humanos que
pueden definirnos como europeos y europeas pero que, en realidad,
resultan universales, valores que logran trascender barreras y
superar conflictos, valores presentes en la gente, más allá o más
acá de las instituciones.
Que en el Día de Europa, un día
laborable por cierto, intentemos trabajar para que estos valores
hagan realidad un mundo un poco mejor.
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