Desde
el 18 de enero estamos llevando a cabo en el CEFIRE de Elda un curso
de comunicación desarrollado por Coral
Pastor Quereda que
aborda contenidos tan importantes para el profesorado como el uso
adecuado de la voz y los ejercicios para una adecuada respiración y
proyección vocal, todo ello, desde un trabajo global sobre los
códigos de comunicación verbal y no verbal y la expresión oral.
He
tenido el placer de asistir a las intervenciones de parte de las y
los participantes en la formación. Como trabajo final que incorpora
lo asimilado en las sesiones anteriores, han expuesto en público
durante alrededor de 20
minutos un tema no relacionado con su actividad o su especialidad
docente. Cada
discurso se ha
grabado en vídeo y fotografiado para su posterior análisis desde
las notas de compañeros y compañeras y la amplia experiencia de
Coral en el mundo de la comunicación.
La
sencilla tarea de anotar los detalles de las intervenciones para
después compartirlos, me hace reflexionar sobre la necesidad, entre
otros, pero muy especialmente en el ámbito de nuestra comunicación
y expresión, de recibir una retroalimentación que nos permita
progresar.
Somos
en ocasiones muy celosos y
celosas de nuestras
prácticas. Desarrollamos
en soledad una
tarea vicaria
de una tribu demasiado
ajena a
este trabajo en líneas
generales. Lo grave por
nuestro lado es que
prefiramos no pocas veces la comodidad, el confort de nuestros más
o menos afortunados
desempeños a la intromisión o, en un término más positivo, a la
entrada, de quienes puedan
evidenciar con más
claridad nuestro margen de
mejora.
La
labor docente, me atrevo a pensar que la parte
de ella más motivadora
para la mayoría, se desarrolla de cara al público,
de cara a
un alumnado bombardeado
desde fuera
del aula con propuestas atractivas desde el punto de vista de los
medios que las
vehiculan. La mejora de las
habilidades comunicativas, una asignatura pendiente, por
desgracia, a lo largo de
nuestra formación, es una
condición en la que descansa una mayor calidad del aprendizaje y un
factor positivo para las relaciones humanas en el centro, un
componente fundamental de nuestra forma de afrontar esos conflictos
que inevitablemente se producen.
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