Esta semana hemos contado
con la presencia de Jaime Martínez Montero, pionero de la
metodología de algoritmos ABN, en unas jornadas organizadas desde
las asesorías de infantil y de ámbito científico en torno a esta
materia. Para quienes tengáis curiosidad por esta propuesta, os
recomendamos el blog:
http://algoritmosabn.blogspot.com.es/
http://algoritmosabn.blogspot.com.es/
Como chófer accidental de Jaime tuve la oportunidad de acompañarlo a dos centros que están aplicando esta metodología en algunos de sus grupos, concretamente el CEIP Ruperto Chapí de Villena y el CEIP Escriptor Canyís de Monóvar. Allí visitamos clases de casi todos los niveles de Primaria y de Infantil y, en el caso del segundo centro, incluso mantuvimos una charla informal con miembros del claustro.
A lo largo de estas visitas,
comprobamos en muchos momentos algunos efectos perniciosos de un
aprendizaje tradicional a la hora de realizar operaciones matemáticas. El
alumnado se limitaba a aplicar de forma mecánica un procedimiento
aprendido, sin preguntarse por la razón que había detrás de él,
sin concebir las operaciones desde el sentido común. Recuerdo en
especial una clase de sexto en la que el alumno que había salido
voluntario para resolver una división alucinaba con las
preguntas de Jaime sobre el significado de cada paso que realizaba.
Algunos nos preguntaron al terminar si la visita formaba parte de una
broma o de una cámara oculta. Lamentablemente, no.
La experiencia de estos días me ha llevado
a reflexionar sobre el hecho de que estas aplicaciones
automáticas de fórmulas y procedimientos, trascienden la materia de
matemáticas y pueden extrapolarse a otros ejemplos en el ámbito de
las lenguas. Ejemplos en que lo enseñado y lo aprendido carecen de
cualquier significado para el alumnado que no se cuestiona lo que
está haciendo sino que se limita a reproducir un modo de hacer, el
modo de hacer que le hemos enseñado. Pienso en qué sentido debe de
tener para una alumna o un alumno de Primaria un análisis
sintáctico considerado en abstracto, que un objeto sea directo o
indirecto o circunstancial o en clase de lengua extranjera el valor
relativo de un ejercicio de mera repetición mecánica de
estructuras. El ejercicio podría referirse a inglés o a húngaro,
si aplicáramos la fórmula magistral, estaría correcto.
Durante estas sesiones han
aparecido opiniones muy diversas, entusiastas por un cambio
prometedor pero no consolidado o reticentes ante el miedo al futuro
o al fracaso del alumnado en un contexto en el que no se trabaje con una metodología dada.
Esta es la realidad hoy por
hoy pero no dejo de preguntarme si es ético desde el punto de vista
docente aceptar sin más esta lógica de la mediocridad, de hacer las
cosas como siempre aunque no nos conduzcan a ningún resultado mejor
o si no vale la pena atreverse, proponer otros caminos, con humildad
profesional, conscientes de nuestras limitaciones y nuestros miedos.
No es una cuestión intrascendente, creo que al menos cabría planteársela, más que nada, porque la decisión final no tiene solo efectos
sobre nuestra práctica, sobre todo, la tiene sobre sus principales
beneficiarios o damnificados: nuestros alumnos y nuestras alumnas.
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