El pasado sábado se
celebró el Día Mundial de la Poesía. Cada año, el 21 de marzo, la
UNESCO nos invita con esta celebración a reflexionar sobre el poder
del lenguaje poético y el florecimiento de las capacidades creadoras
de cada persona. A través de la expresión poética también se
pretende poner en valor la diversidad lingüística, promover la
enseñanza de la poesía, fomentar la tradición oral, apoyar las
pequeñas editoriales y la presencia positiva de la poesía
en los medios de comunicación.
Durante el fin de semana
se han multiplicado eventos relacionados con esta celebración e
iniciativas muy visibles en las redes sociales. Algunas de ellas, a
pesar de que este año coincidiera con un día no lectivo, tenían un
marcado carácter educativo. Ojalá todo el movimiento alrededor de
este día no se quede solo ahí.
Vivimos, como decía la canción, malos
tiempos para la lírica. La consideración de la poesía como
algo más o menos inútil para nuestro mundo es frecuente por acción
o por omisión. Sin embargo, seguimos necesitando de la poesía. Como
ha afirmado el poeta Luis García Montero, la poesía es un ajuste
de cuentas con la realidad. En
tiempos de incertidumbre, para afrontar esta realidad compleja,
líquida, quizás
necesitemos más que nunca, no ya de un arma, sino de un tesoro
compartido que dote de alguna trascendencia nuestra comprensión de
las cosas y nos permita expresarla por encima de tantos ruidos,
superando tantas barreras.
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